12/10/12

Diego




Es difícil de entender, para muchos elitistas, cómo un negrito salido de una villa del conurbano, que se dedicó a patear una pelotita y a tomar merca pueda generar lo que genera Diego. "Este país está lleno de ignorantes", dicen, pero no explican si es el mundo entero el que está lleno de ignorantes, ya que el mundo entero lo glorifica.

Mi respuesta para esos elitistas es que no existe una respuesta. Hay gente que simplemente está tocada por una barita mágica y es distinta a los demás, y eso es algo contra lo que nadie puede pelear. Es probable que haya habidos jugadores (muy pocos, seguramente) iguales o hasta mejores que Diego. Es probable también que haya habido personalidades de otros rubros más destacadas en la Argentina. Pero eso que no se puede explicar, eso con lo que se nace y que no se puede comprar, lo convirtió en el más grande del fútbol y en el máximo ídolo argentino.

Si eso nos hace un país de mierda, no lo sé. En ese caso, me gusta ser un país de mierda.

7/9/12

Cadena Nacional



No hay dudas de que la cadena nacional usada de manera constante genera un gran fastidio en ciertos sectores de la sociedad, sobre todo en la clase media de los centros urbanos. Está claro que amplifica el odio de aquellos que no pueden soportar a la presidente e, incluso, produce malestar en los que tratan de mantenerse indiferentes.

Los kirchneristas responden a este malestar diciendo que el recurso es legal y que sirve para informar a la gente sobre las acciones del gobierno y hacer más fluida la comunicación. También dicen que sirve para contrarrestar el poder comunicacional de los multimedios opositores. Sin embargo, el no prestar atención al fastidio que la cadena nacional genera es errar (para mi) el diagnóstico costo/beneficio y es coherente con la política comunicacional que ha llevado a cabo el kirchnerismo desde hace varios años.

Esta política, que consiste básicamente en desinteresarse por las opiniones de esos sectores de clase media urbana, ha sido una constante del gobierno y llama la atención desde el punto de vista electoralista. ¿Acaso piensa el kirchnerismo que si trata de responder a las demandas de esa clase media (que generalmente tienen más que ver con las formas que con los fondos de las cuestiones) va a perder ascendencia en las clases bajas? ¿o es necesario para su forma de hacer política generar en la clase media (despreciable como suele ser pero parte de la clase trabajadora al fin) una especie de enemigo para que esas clases bajas se sientan reivindicadas?

Yo, más por intuición que por información, me guío por esta última opción. Siempre pensé que si el kirchnerismo hubiera sido un poco más abierto en su política comunicacional y hubiera prestado un poco más de atención a los reclamos de la clase media, hubiera podido construir mucho más apoyo en ese sector y así lograr una hegemonía más grande que la que ya tiene. Sin embargo, ellos son los que gobiernan y yo sólo un estudiante que no vive en el día a día de la política así que por ahí esté equivocado. Por lo tanto, lo único que me limito a decir es que si bien las formas no son lo más importante a la hora de gobernar, sería bueno que por una vez dejen de pensar a los fastidiosos como "gorilas llenos de odio" y empiecen a pensarlos como "gente con reclamos que, sean infundados o no, hay que escuchar y hacer lo posible para solucionar".

7/8/12

Identidad



River no ganó los titulos que ganó por una sucesión de hechos afortunados ni por eso que algunos llaman "mística". Tampoco tuvo los ídolos que tuvo por casualidad. Todo lo que es River y lo que logró tiene que ver con su identidad, que no es otra que el buen fútbol.

Muchas veces nos han criticado a nosotros, los hinchas de River, por ese "paladar negro" que, decían, nos hacía poco pragmáticos y, supuestamente, nos convertía en un equipo sin "mística" (mística entendida como pegar patadas y ganar títulos por penales). Muchas veces hemos sufrido, por nuestro gusto por el buen fútbol, injurias sobre nuestra falta de carácter y ese duradero mote de gallinas.

Sin embargo, fue precisamente esa identidad la que nos hizo ganar todo lo que ganamos. Fue nuestro buen juego el que nos hizo grandes y que nos convirtió en el referente más grande de una forma de entender el fútbol en este país. Y fue esa reputación la que nos convirtió en un semillero de estrellas, al revés de aquellos rivales de siempre que compraron prácticamente a todos los grandes jugadores que tuvieron. La máquina, Onega, Kempes, Alonso, Ortega, Aimar, Saviola, D'alessandro, Lamela. Eso somos y eso fue lo que nos hizo grandes.

En los últimos años River no sólo perdió la guita que se afanaron los dirigentes, la costumbre de ganar títulos, los grandes jugadores que se fueron por dos pesos y hasta la categoría. También perdió la identidad y eso es lo más triste de todo. Antes de irnos a la B, nos hicieron creer que olvidarnos de todo lo que habíamos mamado desde que vimos jugar a River por primera vez era la única forma de salvarnos, y el tiempo demostró que estaban equivocados. Jugamos con cinco defensores y de esa forma nos fuimos a la B, por más que se hayan sacado bastantes puntos. Ahora, después de un año con el mismo técnico, River parece haberse acostumbrado a una nueva identidad. Tira pelotazos, centros, se basa en la pelota parada y carece, salvo pocas excepciones, de jugadores como los de antes, esos que trataban con amor a la pelota y daban ganas de verlos jugar. Hoy River compra jugadores dignos de otros equipos con identidades muy distintas a la nuestra y los hace pasar como grandes refuerzos (llámense Luna, Mercado, Bottinelli, etc.).

Hoy, en el torneo argentino, hay un equipo que juega en la cancha de River, que se viste como River y se llama River; pero que no es River.

26/7/12

Evita



Los grandes liderazgos tienen, en general, dos ejes.

El primero es el estratégico, el netamente político. Quien se encuentra en ese rol debe ser un ajedrecista vivo y centrado, que sepa tomar firmemente sus decisiones y, a su vez, leer las decisiones que van a tomar sus oponentes. Debe ser, más que de convicciones, una persona de ideas y, sobre todo, de acción.

El segundo es el "espiritual", el más ligado a los sentimientos. Quien lo personifique debe ser una persona de sentimientos muy fuertes y mucho carisma, que sepa llegar a las fibras más íntimas de la gente y sepa ser para ellos un representante cercano y humano. Evita fue el exponente más grande de este tipo de liderazgo en nuestro país.

Su llegada casi casual al hipócrita mundo de la política y su corta edad la hacían una mina pura, genuina, que difícilmente se callaba las cosas que pensaba y difícilmente dejaba de hacer las que creía que debía hacer. Era más confrontativa que el propio Perón, tenía sus ideas más a flor de piel y era, quizás, más dura con sus enemigos. Era, en pocas palabras, más revolucionaria.

Muchos, incluso yo, dirán que Evita no hubiera logrado nada sin Perón. Es verdad. La política -lamentablemente- la hacen tipos como Perón. Sin embargo, no son los tipos como Perón los que entran, de esta manera, en el corazón de la gente. No son los tipos como Perón los que hacen que el pueblo sienta que hay una de ellos arriba. Que hay una que, como ellos, sabe lo que es ser una bastarda, una escoria para los que determinan a su gusto los valores de la sociedad. Que hay una que los ama con una honestidad sentimental que no podrían pedirle a ningún "político de raza". No son los tipos como Perón los que pasan a la inmortalidad con un cariñoso diminutivo elegido por el pueblo.

No pretendo con esto que escribo alimentar ese amor vacío de cierta gente hacia una Evita con cuyas convicciones muchas veces están en contra. Yo no me como la obra de broadway, ni aquella eterna costumbre de los yankees de imprimir en remeras y posters lo que en el fondo quieren combatir, y de transformar en íconos vacíos a la gente llena de contenido como el Che o ella misma. Yo lo único que pretendo es que tomemos a estar mujer como lo que fue, más allá de las ideas políticas que, en este caso, están en un segundo plano. Evita fue, simplemente, un cacho de corazón en un mundo gobernado por la razón.

19/7/12

El gobierno y sus enemigos



Hace cuatro años, cuando el conflicto de la resolución 125 empezaba la agenda política del país, yo era -con mis escazos 16 años- un precoz crítico del gobierno kirchnerista. Más bien, era un pequeño antiperonista de la clase media porteña, de esos que abundan.

Sin embargo, a medida que el conflicto crecía algo dentro de mi me decía que esos tipos que exhibían sus 4x4 y que eran fomentados con una épica casi ridícula por ciertos medios masivos tal vez eran peores que aquellos peronistas que gobernaban. Fui empezando a relacionar a esos cuatro canosos con la Argentina de la que había leído en algún libro; aquella Argentina de la manteca al techo y de la vaca en el barco; aquella Argentina de las conquistas al desierto -matanza de indios mediante, casi como un detalle-; aquella Argentina de los golpes de Estado y las dictaduras sangrientas fomentadas por una oligarquía de apellidos con olor a bosta. Fui, casi por inercia de oponerme a esos tipos, acercándome al gobierno y, finalmente, aquel 17 de julio no pude contener el "traidor" luego del voto no positivo. Ese día, tal vez, fui kirchnerista.

Hoy en día, como esa vez, son más que nada los enemigos lo que me sigue haciendo apoyar, en alguna medida, a este gobierno. Ya no veo, como hace un tiempo, que las cosas avancen, pero sí me da miedo que empiecen a retroceder. Ya casi no soporto los discursos de Cristina pero menos soporto los de Macri, Scioli o cualquier otro "presidenciable". Ya no veo profundizaciones en la matriz de distribución pero tengo miedo que ciertos poderes oligárquicos recuperen lo -poco- que perdieron.

En conclusión, parece que mi historia de apoyo al kirchnerismo está definida más por oposición que por coincidencia. Y si de oposición se trata, la de este gobierno es la mejor razón que encuentro para seguir, a pesar de mis críticas cada vez más profundas, apoyándolo.

29/6/12

Salir del aparato



La reciente campaña de Moyano para ganar notoriedad política y mediática dejó varias conclusiones con respecto al futuro político del país.

Por un lado, ya es poco disimulable la alianza entre tres referentes de la "derecha" del peronismo, como Scioli, De Narváez y el propio Moyano, con vistas a 2015. Alianza a la cual podría sumarse a Massa y con la cual coquetea el más presidenciable de la oposición, el jefe de Gobierno Mauricio Macri, que no se anima todavía a fotografiarse con ellos pero que hace saber, con sus declaraciones, que no le daría asco acercarse a negociar -por lo menos no políticamente-.

La cuestión más interesante, sin embargo, está del otro lado, si es que existe otro lado. Se supone que dicha alianza se está creando para enfrentar a Cristina Fernández, si ésta decide reformar la constitución para presentarse a la re-reelección. No obstante, obviando por un instante esa remota posibilidad -y la reforma constitucional que están agilizando referentes kirchneristas como Yaski, Forster o D'elía- es difícil imaginar un frente político más allá de la figura de la presidente. No existe en su órbita una figura fuerte que asegure la continuidad del movimiento en el poder.

Ahí es, entonces, donde radica mi duda. ¿No es hora, de una vez por todas, de romper con el aparato peronista y consolidar, a través de la figura de Cristina, un movimiento de centro-izquierda que enfrente a la derecha sindical y burocrática de la alianza antes mencionada? ¿No es hora de buscar una renovación, con gente que jubile políticamente a la innumerable cantidad de impresentables que rodean a la presidente? Alguno dirá, y con razón, que la cara de esa renovación es la notoria agrupación La Cámpora. Sin embargo, todavía hay una apertura pendiente en el ala "izquierda" del movimiento -virtualmente representado por la propia Cristina- hacia nuevas alianzas y orientaciones que le permitan crear una alternativa progresista fuerte en todos los sectores. Así, tal vez, se encuentren los referentes necesarios para lo que viene. Así, tal vez, veamos desaparecer a los mencionados impresentables. Y así, tal vez, como el kirchnerismo dice haber sido una etapa superadora del peronismo, nazca con una nueva etapa superadora, que ya no se resuma tan fácil con un ismo.

1/6/12

Botas por cacerolas







¿Es casualidad que los únicos dos cacerolazos del mandato de Cristina Fernández se hayan dado en el marco de conflictos con los dueños de la tierra? ¿Es casualidad que estos cacerolazos hayan sido en los barrios más pudientes de la capital? ¿Será, acaso, que la clase media-alta tiene un particular cariño para con este sector económico?

El cacerolazo de ayer, mucho menor en dimensión que aquel de 2008, se organizó supuestamente como protesta contra la corrupción del gobierno y se usaron como disparador las desafortunadas declaraciones de un cada vez más impresentable Aníbal Fernández. Sin embargo, es por lo menos curioso que un fenómeno como éste se de, al igual que hace cuatro años, en el momento en que un conflicto entre el kirchnerismo y la mesa de enlace es parte de la agenda inmediata -en este caso con la aprobación de la revaluación de la tierra aprobada ayer en la provincia de Buenos Aires-.

Otra posible explicación de lo sucedido ayer es la novela del dólar, otro problema que a los argentinos de clase media y media-alta pone muy sensibles a pesar de no tener una gran incidencia en la economía doméstica. Con respecto a esto se puede decir que claramente hay un exceso de confianza en una moneda que ni siquiera es rentable como inversión, y a la cual se recurre en cualquier momento -no sólo en épocas de crisis-. En mi opinión personal, hay también cuestiones culturales impuestas por la oleada neoliberal 1976-2001 que marcaron a fuego esta desconfianza crónica en nuestra moneda. Pero esa es otra historia.

Como conclusión del cacerolazo de ayer quedan pocas certezas y muchas dudas que sólo pueden ser aclaradas con intuición. Tal vez, algunos crean en serio que la Argentina es el campo y, mucho peor, que el campo son los grandes terratenientes. Creerán que tocar al campo es meterse con lo más profundo de aquella Argentina blanca y aristocrática que defienden, a veces consciente y otras veces inconscientemente. Será, entonces, que aquellos que supieron financiar y motivar a las botas que tanto daño hicieron a nuestro país, ahora han optado por apoyarse en las cacerolas. Cacerolas que, con su avaricia y ambición ilimitada, sólo han ayudado a vaciar.